En un contexto en que los gobiernos hacen lo posible por atraer 'punto com' hacia sus países y los internautas tendemos a enterrar bajo la alfombra de la gratuidad nuestro sentido crítico respecto los objetivos reales de los servicios online, comienzan a despuntar proyectos el futuro de los cuales condiciona la sostenibilidad de las estructuras sociales y económicas actuales. Facebook es un ejemplo. En un mundo globalizado... ¿En manos de quien está preveer y limitar estos escenarios futuros?
Ya hace tiempo que de ‘Facebook’ se habla mucho, pero los últimos meses todavía más. La película 'La Red Social' de David Fincher ha contribuido a que incluso gente que no se ha conectado nunca a internet hable y se interese. Paralelamente a esta eclosión mediática, Facebook ha experimentado en 2010 un crecimiento brutal que lo ha llevado a superar los 500M de usuarios y superar por primera vez en tráfico al gigante Google. El mundo empresarial y financiero no escapa al poder de seducción de
Google entretanto, mueve sus fichas comprando Start-up's a diestro y siniestro y mejorando la tecnología de un buscador que, visto Facebook, empieza a parecer una herramienta caduca y anacrónica. Hasta hay quien dice que ya tienen proyectada su propia red social. En cierto modo recuerda a los movimientos que Microsoft, el otro gigante pretérito al que Google desbancó, acumula en los últimos años en sus múltiples y estériles intentos de contrarestar a los nuevos 'gallitos' de la tecnología de internet; Bing vs. Google, Soapbox vs. Youtube, Encarta vs. Wikipedia... y en el correo electrónico, donde parecía que mantendría la hegemonía con Hotmail, van los de la f minúscula y anuncian que revolucionarán la mensajería online con un irresistible juguete nuevo.
En el baile digital aun hay unos cuantos bailarines en la pista; Google's, Amazon's, Yahoo's, Microsoft's y outsiders como los Wikivaris de turno, pero cada vez son menos y más gordos. Son habas contadas y la chica guapa -el usuario-, empieza a no poder escoger con quien bailar. El gran capital, el que impulsa proyectos y fagocita brotes verdes, no es amigo de la competencia. Los grandes negocios se hacen en mesas con pocas sillas y los valores de internet, no nos engañemos, no atraen tanto como una larga cola de ceros en la cuenta corriente.
Hace unos meses cuando leía las noticias que tal fondo o tal empresa de capital riesgo habían entrado en Facebook me preguntaba como esperaban rentabilizar su inversión. Meses más tarde llegaban los Ad de Facebook, sus propios anuncios de pago. Pero esto no es más que el principio. Hace una semana estrenaba Smart Phone, lo encendí y en el apartado de conexión a la red había dos iconos bien diferenciados: Internet y Facebook.
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